Leider y Débora: la misma voz que le habla a un mundo diverso. Semana de la Diversidad y la No Discriminación

Imagen de Leider, estudiante de Artes Escénicas de la U. de Caldas, miembro de la comunidad LGTBIQ+, conocido en el mundo artístico como Débora.

El Grupo Especial de Equidad y no Discriminación de la Universidad de Caldas realizó recientemente La Semana de la Diversidad y la No Discriminación. En el marco de esta jornada, se llevaron a cabo conversatorios, presentaciones en vivo y encuentros alrededor de temáticas que buscan reivindicación y conciencia frente al mundo diverso y cambiante en el que vivimos.

Uno de los momentos más especiales fue la presentación en el hall central del estudiante de la Licenciatura en Artes Escénicas, Leider González Tovar, más conocido en el contexto artístico del transformismo como Débora. Con su activismo social, su proceso académico y su propia historia de vida para aportar a un mundo sin violencia, discriminación y prejuicio basado en el género, la identidad y la orientación sexual

La Oficina de Prensa conversó con él acerca de la rutina de transitar entre la piel de un hombre y de una mujer en uno de los países más diversos del mundo y al mismo tiempo, uno de los más intolerantes frente a la diferencia.

Oficina de Prensa ¿Qué sucede en su sentir y en su memoria cuando pronuncia su nombre civil?

Leider González Tovar: Mi nombre de registro tiene una huella indeleble porque fue mi padre (ya fallecido) quien me lo puso. Ahora que me he convertido en un personaje llamado Débora, sigo llevando el Leider porque me identifica con mis raíces.

Oficina de Prensa: ¿Cómo convive su rol artístico con sus hábitos comunes como estudiante de Artes Escénicas?

L.G.T: No hay mucha convivencia (risas). La verdad es que no me gusta que me digan Leider cuando estoy vestido de Débora. No me demoro tres horas alistándome para que me traten como un niño.

Oficina de Prensa: ¿Cómo fue ese momento en el que anuncia para el mundo su orientación sexual?

L.G.T: Fue un proceso fuerte porque tenía 14 años y vivía en un pueblo llamado Puerto Boyacá, llamado La capital antisubversiva de Colombia. Entonces se imaginará el machismo, el radicalismo religioso y demás. Mis padres, claro, tenían todas esas ideas muy arraigadas. Al principio fue horrible porque mi papá se fue de la casa dos meses y cuando volvió me trataba de “mariquita” y un poco de cosas que me herían de verdad. Sin embargo, después de dos años de mucha resistencia, mi familia logró entenderlo y mi papá murió feliz sabiendo qué hijo trajo al mundo.

Oficina de Prensa: ¿Qué significa habitar en el mundo drag? ¿Es refugio, liberación, escape?

L.G.T: En los 70 y 80 los drags hacían shows en bares de mala muerte.  Por lo general, eran homosexuales, afrodescendientes y latinos. Con su vestimenta y parafernalia le daban a la gente cierta idea de opulencia. Pero en el fondo, estaban haciendo un reclamo para tener vida digna. Gracias a esos drags y a otros que caminaron y murieron en su lucha,  como Marsha P. Johnson, nuestra madre Queen, es que ahora podemos tener más libertades.  Sergio Urrego, activista que se suicidó en Bogotá, es otro referente. Gracias a ellos podemos hablar, opinar, cogernos de las manos y darnos un beso.

Oficina de Prensa: ¿Cuáles son sus armas contra el odio y la homofobia?

L.G.T: El conocimiento, mi amor propio y mi red de apoyo. Con ellas camino por este país que todavía no comprendo. Llevamos raíces africanas, gitanas, españolas e indígenas, pero no aceptamos al otro. También quisiera decirle que pasó algo muy bonito durante La Semana de Diversidad en la U. de Caldas y fue que todo el mundo, gays y héteros, se encontraron en un mismo espacio para escucharse. Eso es un reflejo de lo que debería suceder en el mundo.

Anexo

-Audio estudiante de la Licenciatura en Artes Escénicas, Leider González Tovar

 

 

 

Ir al contenido