Don Ernesto y Luz María, dos paisajes de nuestra historia

Ricardo Gómez Giraldo
Rector de la Universidad de Caldas
Columna publicada en La Patria (27/4/2013)


Ricardo Gómez Giraldo, Rector U. de Caldas Cuando pienso sobre las cosas que me hacen feliz de tener el privilegio de vivir en Manizales siempre llego a los mismos dos puntos: su gente y su paisaje. Algunas de las personas que contribuyen a la felicidad local, incluso construyen, modifican y hacen parte del paisaje.

Por ejemplo, de Ernesto Gutiérrez Arango y José Restrepo Restrepo podemos hablar felizmente de decisiones del pasado que hoy hacen de Manizales una ciudad más vivible.

Cuando el viejo Club Campestre decidió que debía cambiar a un sitio más amplio y se trasladó para el sector de La Trinidad, los nueve hoyos del campo de golf que quedaban sin uso en la vía a La Enea corrían el riesgo de convertirse simplemente en un nuevo proyecto de viviendas o apartamentos.

Como ocurre muchas veces en nuestra ciudad, lo verde hubiera sido tapizado por el gris del cemento y probablemente tendríamos más esperpentos urbanos como el barrio Sancancio o La Enea.

Por fortuna, José Restrepo Restrepo, quien estaba en la Junta Directiva del entonces Instituto de Crédito Territorial (Inscredial) -con la colaboración de su director regional Mario Humberto Gómez Upegui- propuso hace más de tres décadas que dicho instituto comprara el hermoso lote que quedaba vacante.

Efectivamente el Inscredial compró el extenso lote, con la participación decidida de Ernesto Gutiérrez Arango, bien fuera como concejal o como alcalde, pues fue ambas cosas en más de una oportunidad por aquellos años, o incluso como simple ciudadano.

Fue un ejemplar hombre cívico, líder político y social -como pocos en nuestra historia- que lideró un extraordinario proyecto: que el municipio de Manizales comprara el antiguo Club Campestre completo, con la cancha de golf, las de tenis de campo, de fútbol, las pistas y -cómo no- sus bosques y que todo ello se convirtiera en un parque público.

El resultado, 30 años después, es motivo de orgullo de cada manizaleño: tenemos el Bosque Popular el Prado, que sin exagerar es el más impresionante hecho de igualdad social y un puntal de la vida democrática de Manizales. ¡Más de 800 mil entradas cada año!

El exalcalde de Bogotá, Enrique Peñaloza, no logró lo que Manizales si pudo. Él intentó comprar el Country Club (cercano a Unicentro) para el distrito y convertirlo en un parque público, pero la oposición de sus socios lo impidió.

En cambio en Manizales se logró en aquel entonces que prevaleciera el interés general de la recreación, el sano uso del tiempo libre y no el económico individual de muy pocos, que hubieran comprado un potencial parque para volverlo viviendas y vías. Ni los cambios de alcaldes -más de 10 en este tiempo- han desviado el destino del parque.

Cada que voy al Bosque Popular a hacer ejercicio físico o simplemente a jugar con mis hijos, me siento afortunado en la vida. Percibo que el sol y la caricia fresca del aire matutino nos privilegian a todos los ciudadanos por igual, a los mayores y a los niños, a los de menos recursos y a los que mucho tienen. El césped y sus bellos árboles son para todos. El brillante sol de la mañana alumbra generosamente.

Otro ejemplo es el de Luz María Jaramillo Ayerbe. La conocí poco, pero fue suficiente para dejarme impactado de por vida. Vi en ella una mujer ética, crítica, poética, humanista. Se interesó y trabajó con inteligencia y entusiasmo por temas urbanísticos, artísticos, legales, ambientales y universitarios.

Una mujer como pocas en este rincón de la tierra, acostumbrado a una visión tradicional del rol femenino en la sociedad. Extrañamos la amplitud de visión, la alegría y la autenticidad de Luz María, que son una luz para la mujer colombiana.

Personajes como ellos son los pincelazos que hacen que el paisaje manizaleño brille. Qué feliz es respirar su recuerdo y admirar su impronta en nuestra historia.

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